Compramos lo que nos venden

lunes, 13 de julio de 2009

La política no es mi tema preferido de conversación. Es mi tema preferido de reflexión, y el país en el que vivimos da lugar a que eso suceda. Mi opinión está formada gracias a los servicios que me brindan los medios de comunicación. Yo elijo lo que creo pero no soy indiferente a lo que creen los demás. Este “artículo” (muy entre comillas), está basado en noticias y artículos de opinión de distintas ideologías. A través de cómo contaron y siguen contando los medios esta historia, yo pude escribir esto. En definitiva, yo no soy más que una consumidora. Yo no sé como son los hechos realmente, yo compro lo que me venden.

No puedo citar frases en todas las relaciones porque no solo trabajé con artículos, usé mi memoria, que es selectiva, como todas. Obviamente, hay artículos que leí el año pasado que me ayudaron a escribir esto y hay programas de televisión que vi en ese momento que también lo hicieron. En resumen, solo sé que no sé nada porque no tengo la certeza de nada, pero los medios y de la manera en que cuentan los hechos, me ayudan a formar mi opinión y a veces me hace pensar que estamos en el medio de una tragedia.


Cuando asumió Néstor Kirchner como presidente de la Nación, yo tenía nueve años. Mis padres no lo habían votado, pero de alguna manera estaban “contentos” con el nuevo presidente. La tranquilidad que veía en ellos después de haber pasado momentos como el corralito y la ida de Fernando de La Rúa, no me brindaba más que eso: tranquilidad. Los cuatro años de mandato del ex presidente, en mi hogar fueron cuatro años de tranquilidad. En cuanto a mi vivencia, recuerdo que el discurso de Kirchner me daba seguridad y credibilidad a pesar del tono llorón que tiene al hablar.

Cuando llegaron las nuevas elecciones, todo el país sabía que el sillón de Rivadavia iba a ser ocupado por Cristina Fernández. Aunque un voto pueda llegar a hacer la diferencia, desde mi punto de vista, este no iba a ser el caso. Mis padres siguieron sin votar al kirchenirsmo pero se volvieron a mostrar tranquilos con la nueva asunción.

Recuerdo el primer discurso de Cristina como nueva presidente. Lo vi por televisión y por más vergüenza que me dé, tengo que admitir que me llenó de emoción. Amo a mi país con todas mis fuerzas y en ese momento creí ver una posibilidad de “continuar” con esa nueva supuesta metamorfosis que habíamos logrado alcanzar gracias al matrimonio Kirchner.

No tengo inclinaciones por ningún partido político, apoyo a aquel que pueda brindarnos la posibilidad de cambio y a aquel que esté dispuesto a escuchar y a tener en cuenta al ciudadano. Todo eso significaba la asunción de la presidente para mí.



A medida que pasaron los días y los discursos, noté que no iba a ser lo mismo y que yo tampoco quería que fuera lo mismo. Su discurso sonaba cada vez mas parecido al del ex presidente y eso era algo que no me terminaba d convencer, sin mencionar las constantes comparaciones que se hacía ella misma con Evita. Se necesita de estilo propio, no de ejemplos a seguir.

Me acuerdo de ese día de Marzo en el que se modificó el articulo 125 de la ley de retenciones y recuerdo a mi padre decir todo tipo de groserías cuando lo escuchó, no porque el trabaje con el campo, sino por lo injusto que era esto según el.

No sé por qué cuando ocurrió esto, algo me dijo:- “Era obvio”.

El día del “desempate” en la cámara de Senadores me quedé despierta hasta las 5 de la mañana mirándolo por televisión. Cuando le tocó emitir su voto a Cobos, pensé para mí misma que no se iba a arriesgar a tanto, pero cuando dijo “mi voto no es positivo” sentí una especie de alegría.

La verdad es que la modificación de la ley de retenciones no significa nada para mí en forma directa. Representa algo distinto. Es la horrible y desagradable sensación de que pueden hacer con nosotros lo que quieran, aunque no sé si usar la palabra ¨nosotros¨ porque yo no elegí a nuestra gobernante. Y tampoco sé si usarla porque por lo menos conmigo no van a hacer lo que quieren, pero ya la usé y el pueblo somos todos.

El pueblo (o por lo menos la gran mayoría) tomó como nuevo héroe a Julio César Cobos por el hecho de que votó a en contra de los deseos de Cristina, pero no significa eso. El vicepresidente votó a favor de sus deseos, no todo es tan trágico y no todos nos “odian”.

Uno se pregunta si es justo que después de años de trabajo y dedicación, venga una fuerza superior a la que lamentablemente nosotros tenemos y nos diga que gran parte de lo logrado, lo tenemos que entregar para que sea redistribuido, y tengo mis dudas acerca de eso.También me cuestiono a veces si la solución es cortar las rutas y poner toda una serie de prohibiciones. Nunca hubo diálogo, siempre se comunican a través de discursos que dan miedo escuchar y muchas veces me hizo temer una posible dictadura militar, no sé por qué.





Cuando leímos Antígona y Edipo Rey en el colegio, la verdad que no me había dado cuenta de las comparaciones posibles. Esto me demuestra que las acciones del hombre nunca van a cambiar. Por más que Antígona y Edipo pertenezcan a la ficción, hubo un hombre en aquella época, Sófocles, que tuvo la capacidad de imaginar todo eso y de alguna manera predecir el modelo de lo que en alguna parte del mundo, algún día, podía llegar a pasar.

El modo en que las personas cambian cuando tienen un poco de poder, como le pasó a Creonte cuando quiso contradecir a los dioses y no enterrar a Polinices, es algo que en este hecho ( el conflicto del campo) me llama poderosamente la atención. En lo personal, yo creí que todo iba a prosperar y que el país iba a llegar a ser uno de los destacados de América del Sur. Pero el poder no cambió a Cristina, lo hizo con su marido. El cree que, en forma encubierta, puede manejar al país a través de su esposa y así poder “seguir” con el modelo de gobierno que tuvo su mandato. Pero no lo puede lograr porque el pueblo en época de desesperación (cuando asumió Kirchner en el 2003 fue como el “mesías”) se aferra a lo único que está a su alcance, pero no pueden hacer lo que quieren con nosotros toda la vida ni toda la vida vamos a estar desesperados.






Aristóteles: “la tragedia no imita a los hombres, sino una acción, y la vida, la felicidad y la desgracia están en la acción y el fin de la vida es una manera de obrar, no una manera de ser”.

Si tenemos en cuenta los dichos de Aristóteles, es exactamente lo que pasó y lo que pasa con el conflicto que vivimos con el campo. La manera en que los medios cuentan estas acciones, nos hace pensar que estamos en el medio de una tragedia griega, pero no son ellos los culpables, las acciones dan lugar a que los medios cuenten el conflicto como si esto en verdad fuera una tragedia. La enfermedad por el poder del matrimonio Kirchner y como éste puede cambiar la esencia de la persona, para mí es exactamente igual a lo que sucede con Creonte. Sobre el héroe trágico dentro de este conflicto -descubrí hablando con mis compañeros- todos llegaron a la conclusión de que esta era Cristina por la comparación que hacían ellos con Edipo, teniendo en cuenta que Cristina asumió el poder y todo el pueblo tenía un poco de esperanza depositada en ella y terminó siendo odiada por casi todo el mundo. Yo no opino como ellos. Estará mal, estará bien, pero para mi el héroe trágico, en esta historia, es Julio César Cobos.

Era una persona y un político muy querido entre su gente. Cristina y Néstor Kirchner confiaban casi plenamente en el, y lo reconocieron en una entrevista que les fue realizada. Luego de votar “no positivamente” por la ley de retenciones, contradiciendo, de este modo, a su superior, la presidente, en el mundo de la política, más precisamente el kirchnerismo, todos le dieron la espalda. El diario Público.es de España publica una noticia (de agencia EFE) acerca de esto y hace referencia a la traición de Cobos. “Mientras la popularidad de Cobos crece como la espuma, el oficialismo se lame las heridas y le acusa de haber vendido a los Kirchner para sumarse a un supuesto complot desestabilizador”. Es verdad que se ganó el amor y el respeto de la mayoría de los ciudadanos por decir lo que muchos pensaban, y esto también es reconocido por el diario La Nación, quién publicó ese mismo día (reproduce de agencia DyN) estas líneas: “Los dirigentes del campo festejaron en Palermo el rechazo del Senado al proyecto oficial de las retenciones y elogiaron la "actitud de valentía y la acción democrática" del vicepresidente Julio Cobos, que votó en contra de la iniciativa.” El mismo diario español que hizo referencia a la traición de Cobos, publicó el mismo día una nota titulada “Cobos, héroe nacional”. Pero en su círculo íntimo, es una figura odiada. Sin ir más lejos, podemos ver esto en el cuestionable “Gran Cuñado”, donde el personaje de Cobos queda siempre solo haciendo lo que tenga que hacer. Por más buena que haya sido la intención de Cobos, el conflicto estaba destinado a ir por mal puerto (destinado por sus superiores).

Esto también puede ser cuestionable, pero podemos comparar el conflicto con las obras leídas en clase en el aspecto de ir de la dicha a la desdicha. Por más que no estábamos en un período de dicha absoluta en el gobierno de Kirchner, era la dicha con la que, por desgracia, nos conformamos. El día en el que asume la presidente al gobierno, el país estaba más que entusiasmado y preparado para la ocasión, estaba expectante y seguro de que iba a seguir el mismo (exactamente igual) modelo de gobierno. Puedo comprobar esto con estas líneas del Diario Perfil. “Cerca de las 16.30, la Presidenta tomará juramento a sus ministros en el Salón Blanco de la Casa Rosada, la mayoría de los cuales heredó de su esposo. Luego se llevará a cabo el festival organizado por el Gobierno en la Plaza de Mayo, que contará con la presencia de artistas nacionales como Mercedes Sosa y Alejandro Lerner. Durante el encuentro musical, se espera un impás para que uno de los Kirchner pronuncie un discurso a los espectadores. Luego, a las 19.30, el premier francés, François Fillon, tendrá la primera reunión bilateral de Fernández de Kirchner.” A mi entender, lo que se comprueba con esto, es que la población estaba satisfecha con la elección y se encontraba en un momento de dudosa dicha.

La desdicha actualmente es la pésima relación que tenemos con quienes nos gobiernan. No es el hecho de que seamos “amigos o enemigos” sino la falta de diálogo y comunicación, y como consecuencia de ello, la crisis nacional que estamos viviendo. A esto hizo referencia el difunto ex presidente Raúl Alfonsín mediante una carta abierta a la presidente. Un diario español hizo referencia a esta carta emitiendo estos dichos: “…el ex jefe de Estado sostuvo en su carta que dicho conflicto opera como "disparador de una disconformidad social". Advirtió también a Fernández, en tono respetuoso, que la falta del diálogo que demanda -- en estos momentos -- "resulta incompatible con la democracia". Esto pasa con Edipo. El período de dicha era la excelente relación entre el pueblo y su gobernante, pero no solamente la desdicha a nivel colectivo (por el pueblo) sino que la desdicha a nivel individual. Edipo terminó solo y sin poder, ciego y sin hogar y sin nadie que lo respete. Si el conflicto del campo sigue su curso tal cual lo viene siguiendo, y respetando los conceptos de tragedia griega, todo indica que es lo que va a pasar con quienes nos gobiernan (esperemos que no).

Cuando el gobierno toma la decisión de aumentar las retenciones, no tenían idea de lo que podían llegar a generar a nivel social. Esta sanción significó que nos demos cuenta. Pudimos pasar de la ignorancia al conocimiento, a saber que se nos estaba manejando como ellos querían. Pero estos errores son cometidos por los héroes. Si tomamos la versión de mis compañeros, que Cristina es el héroe trágico, el error de ella trajo desgracia en el sentido colectivo. El pueblo salió desfavorecido, pero a la vez provocó lo mencionado anteriormente, provocó el conocimiento en nosotros de ver las cosas con más claridad, tuvo que pasar una “desgracia” para que esto pueda suceder.

El error de la presidente provocó que muchos hombres comunes, que no se destacan por nada, terminen en la desdicha total, en bancarrota, etc. Pero no solo a nivel económico, fue un golpe al autoestima colectivo e individual. En lo personal, no creo que la presidente tomó esta decisión para dañarnos. Lo hizo porque creyó que entre todas las posibilidades que tenía, esta era la que menos iba a hacernos daño. Lo que provocó esto es la hybris, la enfermedad por el poder y este termina cambiando a la persona. El error cometido a causa de la hybris se llama hamartia. Este supuesto error y negación a admitirlo, generó rumores en los medios de comunicación de una supuesta renuncia del jefe de gabinete, Alberto Fernández “El jefe de Gabinete volvió a negar esta tarde las versiones sobre su alejamiento del Gobierno luego de que hoy se reanimaran esas especulaciones en varios medios televisivos. Al parecer, el ex presidente Kirchner habría rechazado una propuesta que el jefe de ministros le habría presentado para alcanzar un acuerdo con las entidades del campo y así darle un fin al conflicto.” Aceptar esta propuesta hubiese significado que admitan su error y eso es casi imposible. Ese error casi perjudica al jefe de gabinete que es un hombre cercano al matrimonio mas poderoso del país.

Recuerdo también que el día siguiente al de la modificación de la ley, escuché en mi casa nombrar la palabra peripecia y ahora entiendo a lo que se referían mis padres. La peripecia es que un hecho cambia rotundamente el rumbo de los acontecimientos. En este caso fue la sanción de la ley. Las cosas, supuestamente, venían por buen puerto y terminaron mal. El país volvió a entrar en caos (y van…) y todo vuelve a empezar. Por más que Cobos quiso solucionar el problema, el destino parece estar ensañado con que las cosas salgan mal. Ocurrió exactamente lo mismo con Edipo. Se fue de la ciudad para no matar a su padre y sin embargo lo hizo porque mató a su padre biológico. Parece que no existe un estado estático de supuesto bienestar, es una rueda, y cuando creemos que lo alcanzamos, volvemos a donde estábamos al principio.

El papel del coro en esta “tragedia griega”, según mi opinión personal, es la de los medios. No lo veo de esa manera por el hecho de que el autor de esta tragedia (Cristina Fernández) maneje a los medios de manera tal que estos cuenten lo que ella quiera que sea interpretado,

(aunque sería una posibilidad que, pensándolo bien, se asemeja a mi manera de pensar). Por mas que hayan medios que estén a favor del gobierno, hay otros que no lo están y que son mucho más racionales a la hora de emitir su opinión, yo creo que los que no lo hacen, hablando mal y pronto, se mueren por hacerlo. A nadie le gusta que lo censuren porque “el pensamiento es la posesión mas soberbia del hombre” (Antígona). Yo creo que en coro había gente que no pensaba igual a todos pero no podían expresarse en voz alta.





Por último, el concepto de catarsis para mi es la sensación de dolor y disconformidad pero que, a lo largo de la lectura de la obra, se transforma en sentimiento de purificación, de identificación y hasta de placer si se quiere. Eso define perfectamente lo que me pasó a mí al leer las obras.

La sensación de que las injusticias del mundo a lo largo se resuelven y que la voluntad de uno termina siendo la de muchos y eso da lugar al cambio. Tanto en Antígona como en Edipo la voluntad la tiene un solo personaje, y en el caso de Antígona está muy clara cual es su convicción y que ella hace lo que sea por complacer a sus dioses.

Nuestros dioses somos nosotros mismos, el “yo interior” que llevamos dentro. Nadie sabe si en verdad dios existe, así que mientras eso no se compruebe, nosotros somos nuestros propios dioses y quienes regimos sobre nosotros mismos.

En este conflicto entre el campo y el gobierno, esa sensación final que me provocó la lectura de Edipo Rey y Antígona, todavía no me llegó. Puede ser que me llegue veinte años después de los hechos o que nunca me llegue. Por ahora, tengo la sensación de que la justicia vence a la injusticia solo en la ficción.


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